La noche estaba fresquita, joven, perfumada de infancia. Me crucé con tu mirada medio en pausa y me devolviste una sonrisa muy sincera. Pareciera que todo el tiempo te están haciendo cosquillas. Sos puro hoyuelo.
Bien bien al fondo se escuchaba a alguien tarareando desprolijo y me encantó darme cuenta que en ese instante tibio de mayo, el mundo estaba lleno de gente feliz.
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