Sonaba una de Fito y la tarareaste a destiempo. “Me hace acordar a mi viejo”, dijiste mientras te despeinabas el fleco moviendo la cabeza. Después creo que me contaste una anécdota que entendí a medias sobre cómo se compuso esa canción. Si me preguntás qué me acuerdo de esa noche lo único que puedo afirmar es que sonreí mucho, muchísimo. ¿Ubicás cuando te duelen los cachetes de reírte? Bueno, así. Creo que te dije eso textual también. No me acuerdo todos los detalles, perdón. Me pasa lo mismo cuando veo películas que me gustan o leo libros que me vuelan la cabeza: mi cerebro borra todos los contornos y cuestiones específicas. Me quedo solo con la sensación y la certeza de que la pasé bien. Después releo la novela o me engancho con la película como si nunca la hubiera visto, todo se me hace nuevo. Me vuelvo a reir de los mismos chistes, lloro en la misma escena, me sorprende el mismo plano. Mi cabeza me regala estrenos ilimitados.
Creo que con vos me va a pasar lo mismo. Va a sonar una de Fito y me voy a volver a enamorar.
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