martes, 9 de febrero de 2021
Solfa
El pasto estaba pinchudo pero nos acostamos panza arriba a mirar las estrellas. Mirar las estrellas es un decir porque estaba nublado e igual tampoco íbamos a encontrar tantas en una placita rodeada de edificios altísimos. Como mucho me podría haber hecho la canchera reconociendo la Cruz del Sur o inventando alguna constelación con un nombre tipo el minotauro o el escorpión, pero no mucho más. Tampoco te podía hablar de las cumulonimbus o esa terminología inútil de nubes que aprendí en primaria porque el cielo era una gran masa uniforme color azul profundo y grisáceo. Vos quisiste que nos quedemos ahí, que respiremos el olorcito a pasto medio mojado, que nos refresque el viento que silbaba pre tormenta. En ningún momento pensé en agarrar un paraguas porque a vos mojarte no te parecía un problema y me suele gustar cómo te tomás la vida en solfa. Cerré los ojos para concentrarme en lo que estaba por largarse, traté de ignorar tupresenciatuolortumirada y conectarme con algo más grande que nosotros, como me habías propuesto. Cada tanto te pispeaba de reojo a ver qué tan metido estabas. Siempre me estabas mirando y parecías no disimular. Te agarré la mano y me quedé en silencio. De lejos se escuchaban autos, voces desarmadas y algún que otro perro. También se escuchaban nuestros latidos que, para esa época, ya estaban sincronizados. Cayeron un par de gotas y escondieron mis lagrimitas de haber conseguido, finalmente, la sensación de estar en paz.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario