Entradas para un recital. Un festival, en realidad. Fui con mis amigos de la facultad y algún que otro amigo de amigos. Fumé mi tercer porro, en el momento sentí que pintaba, no sé. Todo bien igual, la entrada me la coticé yo así que me di el tupé de disfrutarlo como quiera. El programa empezó a la 1 del mediodía y terminó 1 am, asado, pileta, hamburguesa y Ubers incluidos. Buena inversión. Además, apenas llegamos al predio unos hippones que circulaban por ahí nos regalaron a cada uno una historia de amor impresa y un forro que guardé en el bolsillo de atrás del short y que, ahora que me acuerdo, creo que perdí en el primer pogo. A la vuelta hicimos Automac y usamos el descuento de la aplicación porque las cosas en 2x1 son más ricas.
Peluquería. Gasté un fangote de guita en mi pelo pero porque podía, porque me la gané yo. Pensé que iba a salir de la peluquería caminando sintiéndome una bomba y me parecía una sensación que valía la pena pagar. No fue así, terminé lacia hasta que me bañe y preocupada por saber a dónde quedaron mis rulos. Me preocupé enserio, me di cuenta de lo importante que es mi pelo enquilombado como sello personal. Hoy, dos semanas después y con mis tirabuzones que se hicieron desear un poco, sí puedo decir que lo haría devuelta. Puede parecer superficial pero no me importa. Me parece digno preocuparse por estar cómodo en la propia piel (o en el propio pelo, en este caso).
Saldar deudas con mi madre. Era lo primero de mi lista. Desde que cobré tenía un fajito separado para dárselo y no había encontrado el momento para tal ceremonia. Me dijo que no hacía falta que le devuelva pero insistí (cuando quiero puedo ser muy convincente). Me dio más satisfacción pagarle a ella que lo de la peluquería y lo del festival juntos.
Taller de lectura. Taller de escritura. Le dieron un tinte distinto a mi febrero. Durante el año sé que se me hace imposible tener tiempo para esa clase de actividades así que me pareció estratégico meter un intensivo literario en el verano de Baires para laburantes. El taller de lectura fue sobre Cien años de soledad, una novela de García Márquez. No fui a ningún encuentro con el fragmento correspondiente leído pero wow lo mucho que lo disfruté. Creo que da para un texto aparte que algún día espero animarme a escribir; por el momento solo puedo decir que se va a llamar "Una colega impecable" y tal vez sea algo polémico. Próximamente solo en cines.
Birra. Mucha. No hace falta darle mucha explicación a esto, básicamente me di el aval de decir que sí a todo programa que se me presente porque un gran porcentaje de mi sueldo estuvo siempre predestinado para cerveza. Punto.
Matrícula de teatro. Me hice la loca y dije que me iba a pagar las cuotas de todo. Baile, teatro, etcéteras. Pagué esta matrícula y me di cuenta que los cálculos no me iban a cerrar. La amorosa de mi madre me pagó la de hiphop sin preguntarme. Recién ahora me estoy dando cuenta lo caro que es tener muchas pasiones. Gracias vieja por financiarme el ser una niña wannabe artista desde siempre; hasta el momento nada más había registrado el esfuerzo de llevarme y traerme en las mil idas y vueltas a todos lados, pero ahora también veo que había un esfuerzo económico atrás. De pendeja hice clases de absolutamente todo y tal vez ahora es un poco tarde para ser más agradecida de las oportunidades que tuve pero nunca está de más valorarlo. Cuando vea a mis viejos les voy a dar un abrazo.
Nafta. El gasto con menos glamour de la historia. Pero necesario al fin. Creo que esta es mi mayor revolución de independencia. Papá, me empiezo a pagar la nafta yo, dije con la frente en alto y en ese instante, recién en ese instante me di entidad de ser una adulta joven en el mundo. Tengo que interrumpir el "¿llenamos con Infinia?" con un 1000 pesos de súper, por favor, medio atolondrado que no deja de dolerme pero vale la pena ser dueña de los trayectos también.
Varios. Cosas de farmacia, regalos de cumpleaños, depilación, entradas de cine. Época de los Óscars, qué se le va a hacer. Quien dice cine, dice pochoclos, después dice birra y volvimos al párrafo de la cerveza. Y helado. Muchísimo helado.
Terminó febrero y quedé con 500 pesos en la cuenta. Me liquidé todo el resto. Por primera vez en la vida entendí el feeling de querer llegar a fin de mes. ¿La próxima entenderé la suba del dólar?
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