Tardé en contestarte porque necesitaba arreglarme lo suficientemente desarreglada pero linda y en todo ese tiempo se ve que te aburriste. Te contesté y me quedé esperando respuesta. Estabas online pero no en mi chat. ¿Hablando con otra? Me dio rabia. No eran celos porque no hay nada para celar. No voy a negar que no me jodió. Igual no eran celos. (Tal vez si lo repito por tercera vez me lo creo).
No eran celos.
Bueno, un poco sí. Me desconozco celosa.
Me molesta no quererte, no buscarte, e igual desilusionarme, qué querés que te diga. Qué difícil es lidiar con las expectativas y toda esa mar en coche. Me agota, me agotás vos; por eso es que trato de no meterme. Pero mientras más decido quedarme en la periferia, suenan bocinazos y sirenas y música que me convence, vos me convencés, y así, cruzo casi involuntariamente y se da el atropello.
Bueno, un poco sí. Me desconozco celosa.
Me molesta no quererte, no buscarte, e igual desilusionarme, qué querés que te diga. Qué difícil es lidiar con las expectativas y toda esa mar en coche. Me agota, me agotás vos; por eso es que trato de no meterme. Pero mientras más decido quedarme en la periferia, suenan bocinazos y sirenas y música que me convence, vos me convencés, y así, cruzo casi involuntariamente y se da el atropello.
Me cansa querer coincidir con la imagen que creo que te armaste de mí. Me encantaría que sea más fácil, que no haya segundas intenciones, entenderte de una. Pero cuando me ofrecen ese combo vainillita y masticado me aburro -perdón, soy todo lo que siempre odié-. Así que me esfuerzo por ser esa mina que es linda sin esforzarse y tiene la panza chata después de comerse una hamburguesa, que usa siempre corpiños de encaje y es inteligente e irónica y graciosa todo a la vez.
Pensé que no me ibas a contestar así que volví a mi remera de pijama vieja, tanto más cómoda que cualquier otra cosa que intente hacerle competencia. Me saqué los lentes de contacto, me puse mis anteojos sucios. Me acosté y retomé mi libro de turno. Pensé que eras un boludo y una videollamada entrante interrumpió el fluir de mi conciencia. Atendí y del otro lado de la cámara estaba usted señorito, en pijama, comiendo dulce de leche del pote. “No sabía que usabas anteojos”, dijiste y después me hiciste una joda sobre una secretaria hot.
Pensé que no me ibas a contestar así que volví a mi remera de pijama vieja, tanto más cómoda que cualquier otra cosa que intente hacerle competencia. Me saqué los lentes de contacto, me puse mis anteojos sucios. Me acosté y retomé mi libro de turno. Pensé que eras un boludo y una videollamada entrante interrumpió el fluir de mi conciencia. Atendí y del otro lado de la cámara estaba usted señorito, en pijama, comiendo dulce de leche del pote. “No sabía que usabas anteojos”, dijiste y después me hiciste una joda sobre una secretaria hot.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario